Toque tu puerta una mañana del verano del 97’.
Te quedaste pálida y no supiste qué contestarme.
Tu cuerpo tembloroso, tus ojos hinchados
y corazón afligido me contaron que no esperabas mi visita.
Desde eso entonces soy la sombra que no quieres ver,
la presencia que te asfixia.
Desde que me dejaste entrar
he maniobrado con tu vida.
Me volví tu copiloto, tu sombra a la izquierda,
el café sin azúcar, la tía que no respeta.
Quieres mirar atrás,
pero mi presencia te impide buscar una respuesta.
Soy tus miedos y me has dejado que nuble tus veranos.
¿Qué harás ahora?
¿Vas a por fin cerrar la puerta?
¿O continuarás con tus sueños mundanos?
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